El pasado 26 de Enero de 2018, la Madre Olga María del Redentor, cscj habló sobre “El yugo suave de Cristo” en “Los Viernes del Cabildo” organizados por la Cofradía Penitencial de Nuestra Señora de Las Angustias de Valladolid.
En la charla que comenzó a las 20:00, la Madre Olga empezó hablando de que Valladolid, es la ciudad del Corazón de Jesús y de alguna manera es la que custodia la promesa de Jesús. Jesús ha hecho varias promesas, la más bonita y la más grande, la dijo poco antes de morir:» Yo estaré con vosotros, todos los días, hasta el fin del mundo», pero esto mucha veces se nos olvida, y como se nos olvida: en 1733 hizo un recordatorio a los vallisoletanos; la Gran Promesa y desde Valladolid, que es la ciudad elegida por su Corazón, lanzarla al mundo entero. Él es Rey y Él va a reinar y eso quiere decir que es Dueño y Señor de nuestra vida. Y a eso vino en Valladolid, a recordarnos que por mal que se pongan las cosas y negro que veamos el horizonte,Él es Rey y va a reinar. El poder del mal nunca va a poder con el de Jesús, Él es Rey y Él ya ha vencido.
La mayoría de los vallisoletanos desconocen esto, que es la ciudad que su Corazón escogió. Valladolid es la ciudad en que el Corazón de Jesús depositó su Promesa, su Palabra, que Él consagró y escogió para sí. Él ya está cumpliendo su Promesa, no podemos esperar un reinado brillante y glorioso, según los criterios del mundo, el signo con que Él ha vencido, es la Cruz. Y en el fracaso más aparente, más rotundo y más escandaloso, es cuando se estaba realizando la Redención del mundo. No nos desanimemos, Él ya ha vencido.
Todos hemos nacido con una condena a muerte sobre nosotros, ante esta situación que es irreversible Dios no puede dejarlo así, nos quiere tanto que el Amor no le deja, entonces se le «ocurre» la Encarnación. Se encarna principalmente para redimirnos, Él se hace hombre, asume la naturaleza humana, se hace igual a nosotros en todo excepto en el pecado. ¿En que consiste la Redención? Jesús vino a mi prisión, a la prisión de mi pecado y ahí ocupó mi lugar y pagó mi deuda, mi condena. Yo salgo de mi prisión habiendo pagado todo, libre, con todos mis asuntos en orden.
Jesús ofrece la Redención a cada hombre y cada hombre tiene que aceptar libremente esa Redención. La pasión por la Redención lo que el Corazón de Jesús tiene dentro de sí, porque la Redención es el sueño dorado del Padre, si alguien desea vernos libres y gozosos junto a Él toda la eternidad es el Padre.
Jesús nos está llamando y llama a todos…los cansados y agobiados vamos a encontrar en Él, el único descanso posible. Él nos cura, nos sana, nos redime, nos alivia, nos reconforta, nunca nos engaña. Dónde tenemos que vivir, dónde vamos a ser juzgados, dónde confluye todo es en Cristo, en su Corazón, en sus Entrañas.
Jesus nos dice: «Cargad con mi yugo»; un yugo sirve para que dos animales vayan juntos sin poderse separar nunca. Cuando Jesús nos dice cargad con mi yugo, me dice que Él agacha la cabeza para ponerse a mi altura y compartir conmigo el yugo, no es para oprimirme, es para llevarme siempre con Él, el esfuerzo mayor lo lleva Él, el que agacha más la cabeza es Él, que es Dios. Me garantiza que adonde vaya, voy a ir siempre con Él al cincuenta por ciento. El yugo es para mi pero con Él, me garantiza que nunca voy a estar sola, que siempre voy a vivir con Él. Es un yugo de Amor y bendición. Estar con Jesús es siempre un descanso.
Es una invitación a ir con Él, la Redención es nuestra empresa, nos pide que le ayudemos, que seamos corredentores aunque Él haga casi todo el trabajo y nosotros apenas nada y yo nos creamos que hacemos mucho. Es suave y ligero si lo compartimos con Él, si no es así será pesado y oprimente.
Tenemos que aprender de Jesús hasta el último suspiro de nuestra vida, y Él nos dice que aprendamos de su Corazón mansedumbre y humildad. Ese Corazón es el Libro en el que quiere que aprendamos, y dónde lo encontramos es en la Eucaristía vivo y palpitante. Es el mayor abajamiento, se queda en la sencillez, en la pobreza de un pedazo de oblea y se queda por Amor a nosotros. Se deja hacer, le tratemos como le tratemos, es el Amor de Dios hecho Sacramento. Permanece siempre humilde, silencioso, callado, muchas veces dolorido y triste por nuestra indiferencia. ¡Cuantos Sagrarios solos! Jesús deseando estar acompañado, sufre la soledad, nuestro olvido y como es manso ruega al Padre y pide que caigamos en nuestro error, olvido y nos volvamos a Él. Su Corazón vivo y palpitante esperando que vayamos a verle. El Sagrario es el lugar donde más gracias derrama, donde nos está esperando, acudiendo a Él es dónde de verdad encontraremos nuestro descanso.
Tras acabar la charla, hubo un tiempo para escuchar el testimonio de la hermana Caridad y de Eugenia que próximamente comenzará el postulantado.