POR MARIA LUISA VILLORIA
San Salvador nos recibió con todo su esplendor. Allí estaba, firme y decidido a seguir en pie, por algún siglo más. Entramos en el recinto del convento, atravesamos salas y claustro hasta llegar a la capilla. Sencilla, cálida y frente a nosotros, una imagen preciosa del Sagrado Corazón con los brazos abiertos, dispuesto a darnos cobijo dentro de él. La congregación estaba también allí. La superiora comenzó a trasmitir el mensaje que había preparado con el interrogante que Jesús hizo a sus discípulos ¿Y VOSOTROS QUIEN DECIS QUE SOY YO? Todos conocemos la respuesta de Pedro: El Mesías, El Hijo de Dios. Pero para nosotros, la pregunta no era tan sencilla ¿quién es para nosotros Jesús? Tema para pensar, no solo aquella mañana, sino probablemente, el resto de nuestra vida. “Jesús no busca palabras, busca personas, busca corazones abiertos”, nos dice la superiora y la certeza que está vivo en nosotros, de que tiene un lugar en nuestra vida. Si no he encontrado al Mesías ¿cómo voy a ayudar a otros a que lo encuentren? Continúa la exposición de la Madre Olga María del Redentoralimos de Cangas de Onís a las 9´30 tal y como habíamos quedado. Una niebla propia de un día soleado, cubría Cangas, en el grupo reinaban un par de sensaciones que estaban entre la risa y la incertidumbre. Hacía más de un mes, que Javier propuso esta idea a dos personas de la parroquia y ellas hicieron correr la voz, para que llegara al mayor número de fieles posibles, pero ninguno sabíamos muy bien de que se trataría ese “Retiro para preparar el Adviento” todo ello se unía y creaba cierta incertidumbre y expectación. Nada más ponerse en el autobús en marcha, rezamos los Laudes, la niebla empezaba a desaparecer y dejaba ver un precioso día. Nuestro ánimo creció y la tranquilidad reinaba entre nosotros. No había dudas, sería un gran día.
Con esta y otras preguntas en nuestra cabeza, llega el descanso, para meditar o intercambiar opiniones, pasear o tomar un café y saludar al sacerdote que nos acompañaría el resto del día, don Alejandro González “ Jano”
Seguidamente rezamos el rosario en la capilla, acudiendo a la Madre para que nos ayudase a descubrir ¿ Quién decimos que es El?.
Poco después la comida, momento en el que compartimos mesa con los participantes y hablamos de diversos temas. Reinaba un buen ambiente entre los asistentes.
Una vez finalizada la comida, empezó el tiempo de la reconciliación y la segunda parte del tema preparado por la madre Olga. Si en la primera parte del día el tema nos creó incertidumbre, una nueva pregunta se nos presentaba “Vosotros ¿QUE BUSCAIS, QUE QUEREIS DE MI? ¿.Y nosotros ¿ que buscamos, que hemos venido a buscar aquí?” Jesús busca nuestra persona, se dirige a lo más íntimo de nuestra alma. Jesús viene a llenarnos de esperanza y de ilusión. Pasar por desiertos es bueno, siempre hay un mana, Dios es el mana de cada día. Jesús quiere que entremos en nuestro corazón, mirar de frente, saber lo que queremos, un corazón sabio y prudente.
Con estas últimas reflexiones, llegamos a momento cumbre del día. La Santa Misa. Fue algo especial, todos estábamos felices y nuestro celebrante consiguió trasmitirnos, su alegría personal, su convencimiento de que Dios nos ama y nos acepta tal y como somos. La humildad, la cercanía, el celebrar como si fuera su última misa, de este sacerdote, hizo que los fallos del “directo” carecieran de importancia. Pocas veces nos hemos sentido tan cómodos, tan relajados, tan cercanos a sentir que verdaderamente la Misa, es una Fiesta, un encuentro festivo con Dios. Aquellos brazos del Sagrado Corazón que nos encontramos abiertos cuando llegamos, ahora se habían cerrado abrazándonos a todos, como el Padre que es.
Si algo nos faltaba ese día, para hacerle aún más especial, fue el encuentro con las hermanas. Toda la congregación se puso a nuestra disposición para que les hiciéramos las preguntas que quisiéramos, y así lo hicimos. Sencillas, simpáticas, alegres, respondieron a todo aquello que se les pregunto.
Gracias a todos los que hicisteis posible este gran día. Repetiremos D.M