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Carmelitas Samaritanas del Corazón de Jesús

Gritando al mundo desde el sagrado corazón de Jesucristo

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Sagrario nuevo en Valdediós

Sagrario nuevo en Valdediós

18 enero, 2018

¡Valdediós ya tiene un nuevo Sagrario! El día 19 de Diciembre de 2017, por fin, llegó el nuevo Sagrario a nuestra casa de Valdediós. No hay palabras para poder describir lo que ha significado para nosotras, la emoción, la ilusión, la alegría, la felicidad… Digo que no hay palabras, pero lo que el corazón de todas y cada una de las Carmelitas Samaritanas de Viana de Cega y de Valdediós experimentó con la llegada del Sagrario y viendo a Jesús dentro de él, expuesto en él, se resume con las palabras que Nuestra Madre: Olga María del Redentor, cscj dijo en la primera Adoración de los jueves ante el Santísimo expuesto en este Sagrario. Por eso, me he permitido transcribir íntegramente esa meditación, porque es preciosa y refleja todo lo que cada una hemos sentido ese día.

«Tener al Señor en este Sagrario es un sueño largamente acariciado, largamente deseado y que como todos los sueños que vienen de Dios ha pasado por la cruz, de hecho, no podía ser de otra manera, esta coronado por una cruz el Sagrario, termina con una cruz, hacia el cielo, hacia lo alto. Cuanto ha tenido que esperar el Señor para poder estar ahí en ese Sagrario. Y cuanto esfuerzos, cuantas oraciones, cuanto deseo, cuanto empeño, cuanto trabajo, aun material y humano para poderlo lograr. Y el otro día mientras pensaba esto, sentía que el Señor me decía al corazón: – pues si, no ha sido fácil lograr este Sagrario para mi, y te lo agradezco, os lo agradezco a todas, pero cuantas veces, cuanto más difícil es lograr esos otros Sagrarios vivos que van por el mundo, vacíos, sin Jesús, sin Eucaristía. Y se me ponía delante de la mente delante de la mente y del corazón, como yo misma soy un Sagrario, que no siempre estoy habitada por Él, un Sagrario que muchas veces no lleva a Jesús, encierra dentro mil vanidades, mil tonterías que no son Él. Y me acordaba mucho del Sagrario vivo que tanto tenemos que contemplar en Adviento que es la Virgen, ella le llevó, le guardó y luego nos lo entregó.

Y me acuerdo de unas palabras de Santa Isabel de la Trinidad, que dirige a la Virgen y que siempre marcaron desde el principio mi vida religiosa. Santa Isabel le dice a la Virgen: «Madre dime como pasabas por la tierra después de la Encarnación, dime como vivías sumida en secreta Adoración. Efectivamente la Virgen después de la Encarnación, era un Sagrario vivo que llevaba el Cuerpo de Jesús y de que manera ella vivió toda esa gestación, consciente del tesoro que llevaba dentro de sí y como pasaría por la tierra atenta a lo exterior haciendo las cosas aparentemente cotidianas y normales, pero a la mismo tiempo sumida en Adoración, en una Adoración secreta pero continuada hacia ese Hijo suyo que es Dios y que por muy Hijo suyo que sea es Dios y al que tiene que Adorar.

Estos días pensando en el Sagrario y pensando en la Virgen, pensaba en mi vida, en mi alma, en mi corazón… y esto que digo pues es aplicable a todos ¿no?. Cada uno tenemos que pensar si somos ese Sagrario vivo que contiene a Jesús que guarda el mayor tesoro y que vive atento a ese Tesoro interior ¿no? Y luego pensaba en este Sagrario que es tan precioso y… efectivamente cuando se cierran las puertas que yo he abierto hace un momento no se adivina lo que hay dentro, no se adivina tanta belleza y sobre todo no se adivina a Jesús. Sabemos que es un Sagrario y está la lamparilla ahí y sabemos que Él está, pero si no, no se le adivina, no se le percibe y sin embargo Él está.

Y que bonito es que en determinados momentos ese Sagrario abre sus puertas y muestra a Jesús, llegamos aquí diciendo que queremos ver a Jesús y el Sagrario se deja abrir y nos muestra a Jesús como le estamos contemplando ahora. Y yo me lo he preguntado muchas veces y me lo vuelvo a preguntar esta noche; ¿Soy ese Sagrario que siempre contiene a Jesús, que siempre le lleva y que cuando llegan los hombres mis hermanos y dicen queremos ver a Jesús abre, entreabre sus puertas y muestra a Jesús? ¿Qué muestro yo cuando alguien entra un poco en mi interior, entreabre mis puertas? ¿Qué tengo? ¿Qué doy? ¿Qué ven los que se pueden asomar un poco? ¿Les doy a Jesús? ¿Qué les doy? ¿Qué les ofrezco?

Los Sagrarios samaritanos tenemos que ser como ese que estamos contemplando, a lo mejor no tan bellos, a lo mejor… como el que hemos retirado y está guardado para volver a empezar cuando Él quiera… Pero en cualquier caso siempre son Sagrarios que en cuanto se entreabren muestran a Jesús, no sólo le tienen, le contienen, le guardan, le custodian sino que están preparados, están hechos, están pensados para enseñar a Jesús. Cada uno de nosotros tenemos que ser un Sagrario samaritano que lleve a Jesús y que un momento dado le muestre, le enseñe, lo exponga a la Adoración de todos los hombres. Tenemos que mostrar el Corazón de Jesús que está ahí palpitante, vivo, verdadero, llevarlo dentro, tiene que latir dentro de nosotros, pero cuando llegue el momento, sea la ocasión, sea la Voluntad de Dios, tenemos que ser dóciles, dejarnos abrir y mostrar a Jesús. Después cada uno es cada uno y hay Sagrarios samaritanos más grandes, más pequeños, más humildes, más bellos, más ricos… Pero todos al final guardan a Jesús y muestran a Jesús, en todos ellos late el mismo Corazón del mismo Jesús y todos ellos permanecen dóciles, abiertos, disponibles para mostrar a Jesús.

Estamos en vísperas de Navidad y Él llega pidiendo posada, Él llega buscando dónde nacer, pero sobre todo dónde habitar, dónde vivir. Jesús no busca una simple posada para pasar una noche, Jesús viene a cada uno de nosotros buscando hacer hogar. El que pasa una noche en un sitio es un huésped, uno que va de paso y aunque se le trate bien y aunque se le acoja bien va de paso, no se queda. Jesús no viene así, Jesús viene a mi vida esta Navidad pidiendo quedarse para siempre. Si se queda para siempre no es un huésped, no es uno que tengo alojado, acogido en mi casa, no. Si se queda para siempre es de casa, es de mi casa, es en este caso el dueño de mi casa, aquel que ha hecho de mi casa algo suyo.

Jesús en este Sagrario no está de paso, yo le pido la gracia de que se quede aquí para siempre, en este valle, en esta Capilla, en este Sagrario para siempre… Luego no es un huésped es el dueño de la casa, está en su casa y si está en su casa es porque Él hace de esa casa hogar. Y a eso ha venido y por eso está aquí y para eso viene a mi para hacer de mi casa hogar y cuando en una casa uno hace hogar es porque se establece de manera permanente y entrañable. El hogar no lo hacen las paredes, el hogar lo hace la vida que palpita en él, el calor de los que habitan en él, el afecto, el cariño, el amor. Yo soy hogar para Él y Él es hogar para mi.

Una vez alguien me preguntó dónde estaba mi hogar, dónde estaba mi casa, si en Valladolid o en Valdediós, me lo preguntó en un momento difícil de mi vida, en un momento en que esa pregunta era sangrante, porque cuando me lo preguntó mi casa, mi hogar, no estaba ni en Valladolid, ni en Valdediós. Hacía poco que había salido de Valladolid y hacía poco que acababa de llegar a Valdediós y todavía… sabía que ya no tenía lo anterior pero todavía, aunque vivía en Valdediós, Valdediós no era hogar. Y cuando me preguntaron aquello fue como una sacudida pero recuerdo que dentro de mi corazón lo sentía así y así conteste, mi hogar es cualquier parte si está Jesús y están mis hermanas, ese es mi hogar. Y el hogar de cada uno de nosotros, donde está Él y están ellas, Él es mi hogar con ellas. Y ahora en vísperas de Navidad, cada uno de nosotros tiene que pensar, ¿dónde tiene puesta su tienda?, ¿en que tierra?… Porque para ofrecer una posada, para ofrecer un hogar hay que tenerlo, no podemos dar lo que no tenemos. Y si nuestro hogar es Jesús y en Él hemos puesto nuestra tienda y en Él vivimos, podemos acoger a Jesús que viene tantas veces y de tantas maneras diversas, pidiendo ser acogido. No podemos acoger a Jesús, si no es desde Jesús, parece un trabalenguas pero no lo es.

Estamos llamados a acoger a Jesús que viene bajo humildes apariencias buscando ser amado, ser comprendido, ser aceptado, ser cuidado, ser tratado con misericordia, con dignidad, con amor. Y sólo podemos acoger a Jesús que viene de esa manera si estamos arraigados de verdad en ese terreno sagrado que es su Corazón. Solamente desde Jesús podemos dar a Jesús y recibir a Jesús, para recibir a ese Jesús que viene pidiendo, solamente podemos dar el Jesús en el que vivimos. La ternura de Jesús, la misericordia de Jesús, la bondad de Jesús, eso es lo que hace hogar, eso es lo que hace que las personas se sientan amadas, se sientan renovadas, se sientan dignas, se sientan arropadas y se sientan de verdad dueñas de una tierra que antes no poseían. Si entendiéramos de verdad que todos tenemos una morada, un hogar, que nadie, nadie, está llamado ni condenado a la soledad y que Dios desea que todos entremos en casa.

Creo que llegaríamos al sentido profundo de la Navidad, ojalá que esta Nochebuena hasta el último ser humano llegara a comprender de alguna manera, en muchos casos misteriosa porque nunca hayan oido hablar de Jesús, pero que de alguna manera todos experimentaran, todo ser humano experimentara la consolación profunda de Dios-con-nosotros. Ese es el verdadero hogar al que todos estamos convocados, el único consuelo, lo único capaz de llenar todos los corazones y de sanarlos, Dios-con-nosotros es Navidad, Dios-con-nosotros es el hogar a que todos estamos llamados y de verdad que pido y os pido que os unáis a esta petición, que este 24 de Diciembre todos los seres humanos del mundo experimenten de alguna manera misteriosa, pero real, la consolación de Dios-con-nosotros, que nadie se sienta solo, olvidado, desamparado, sin hogar, sin recursos… Porque Dios está con nosotros y eso cambia el mundo, pero con frecuencia todos perdemos esa perspectiva y es la verdad, Dios está con nosotros, es Navidad. Y está en cada Sagrario, en cada Templo de Dios, que cada vez que vengamos ante el Sagrario recordemos esto y pidamos esa gracia de que todos seamos hogar de Dios y experimentemos el gozo de ser hogar de Dios y estar en el hogar de Dios».

Adoración jueves 21 de Diciembre de 2017

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